Acércate una librería y dime cuántos libros sobre liderazgo encuentras. Realmente son muchos. La pregunta es, ¿por qué? ¿Qué tiene de especial? Tanto material existe sobre liderazgo (libros, cursos, conferencias, etc.), que incluso, en muchos lugares, se ha llegado a malbaratar el término, tristemente. Ahora bien, no es casualidad el ‘boom’ del liderazgo. Existe un montón de material sobre cómo dirigir a un equipo eficazmente, cómo convertirte en el líder que llevas dentro, cuáles son las herramientas más efectivas para influenciar a los que te rodean, etc.
Con todo esto, vemos a las compañías en su búsqueda insaciable de líderes. Vemos la pregunta en sus rostros: ¿Dónde los venden? ¿Dónde compro uno de esos? En fin, esta necesidad de liderazgo se debe a, principalmente, 2 razones:
Primera razón: Una organización no puede crecer más allá de su liderazgo.
Según John C. Maxwell en sus 21 Leyes Irrefutables del liderazgo, la primera ley es la Ley del Tope (o de la Tapa). Esta ley establece que el liderazgo es el tope que determina el nivel de eficacia de una persona. En otras palabras, si tu nivel de liderazgo es un ‘5’, tu eficacia será de ‘4’. El liderazgo de una persona es el límite de su eficacia y de su impacto en una organización.
Por tal motivo, si una empresa quiere crecer, la empresa necesita captar o formar líderes en su organización. Dicho de otras palabras: El impacto y la eficacia de tu empresa está topada por tu capacidad de liderazgo y el de las personas que la integran.
Segunda razón: Sin liderazgo no hay rumbo.
Piensa en esto… ¿Nunca te has preguntado por qué hay personas que son unos genios en lo que hacen pero la empresa que manejan parece que no va para ningún lado? Gente con grandes talentos financieros o administrativos, tal vez sean gurús en marketing o en estrategia de negocios, incluso es posible que tengan carisma y caigan bien, pero en la realidad no tienen la visión ni el empuje para llevar a la organización a algún lugar determinado. Tal vez tengan el timón, pero no tienen idea de hacia dónde quieren ir ni la fuerza para para girarlo. O quizás sí conozcan la dirección, pero no pueden lograr que los demás marineros hagan lo que tienen que hacer (subir o bajar las velas) para que el barco navegue hacia el lugar de destino.
En palabras más sencillas: Sin un líder, una organización se encuentra sin rumbo. Una empresa sin rumbo está destinada, en el mejor de los casos, a la mediocridad y, en el peor de los casos, al fracaso.
El boom del liderazgo no es casualidad; surgió de una necesidad.